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Autores:

Gert-Jan Stads, Alejandro Nin-Pratt, and Nienke Beintema

Año:

2021

Editor:

Instituto Internacional de Investigación en Políticas Alimentarias

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Publicaciones

La inversión en investigación y desarrollo experimental (I+D) en el sector agrario se asocia positivamente con un alto rendimiento, pero éste tarda en desarrollarse, a menudo décadas. En consecuencia, el desfase inherente entre el inicio de la investigación y la adopción de nuevas tecnologías exige una financiación sostenida y estable de la I+D. En 2016, África invirtió solo el 0,39% de su producto interior bruto agrícola (PIBA) en I+D agrícola, frente al 0,54% del año 2000. Además, solo un puñado de países africanos invierten al menos el 1% de su PIB agrícola en investigación agrícola, el objetivo fijado por la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD). Aunque en términos absolutos la inversión total en I+D ha aumentado desde el cambio de milenio -tras un periodo de estancamiento- , la mayor parte de los fondos se han destinado a la ampliación del personal de investigación, a aumentos salariales y a la rehabilitación de infraestructuras y equipos de investigación abandonados, más que a programas de investigación propiamente dichos. De hecho, en un gran número de países africanos, el gobierno nacional financia los salarios de los investigadores y el personal de apoyo, pero poco más, dejando los gastos no relacionados con la agricultura muy dependientes de los donantes y otras fuentes de financiación.